La cuenca del río Katari ubicada en el departamento de La Paz, Bolivia es la más habitada del país. Esta cuenca se extiende desde los nevados de la cordillera de los Andes a casi 4600 msnm hasta la desembocadura del rio del mismo nombre en el Lago Titicaca a 3800 msnm, haciendo parte de uno de los ecosistemas más importantes de la región.

De acuerdo con la delimitación del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), la cuenca Katari ocupa el territorio actual de 23 municipios.  El río Katari guarda una estrecha relación con al menos 9 municipios desde su nacimiento en Comanche hasta su desembocadura en el lago. Para 2020, los 9 municipios de mayor influencia urbana sobre la cuenca contaban con 1.130.735 habitantes, lo que representa el 10% de la población boliviana por lo que se trata de una de las cuencas más presionadas demográfica y ambientalmente en el país. Entre estos, los municipios de mayor peso demográfico son El Alto y Viacha, concentran al 91% de la población de la cuenca, mientras que Puerto Pérez, Pucarani y Laja más próximos a la orilla del lago son los más afectados por la contaminación pues dependen hasta en un 60% de la calidad del agua y la tierra para vivir, muestran peor distribución de tierra. El 20% más rico en Colquencha, Puerto Pérez y Pucarani concentra entre el 65% y el 71% de la tierra productiva lo cual hace a estos municipios más propensos a afectaciones severas de sus escasos medios de vida.

La cuenca presenta un elevado deterioro de la calidad del agua y de los suelos debido a la actividad urbana, industrial, minera y pecuaria. La descarga de residuos sólidos y líquidos en los ríos de la cuenca presentan elevadas cantidades de contaminantes químicos, biológicos y patológicos, algunos de ellos capaces de causar daño a nivel genético. Los niveles de contaminación de los ríos y del propio Lago sobrepasan su capacidad de regeneración. La contaminación da lugar a la pérdida de calidad del medio ambiente en el área urbana y la reducción de la productividad del área rural, deteriorando la calidad de vida y la salud de los pequeños productores más vulnerables y sus familias. La situación es crítica.